La gota de agua
Había
una vez una jarra de agua fresca y cristalina, en la que todas las gotas de
agua se sentían orgullosas de ser tan transparentes, y día tras día se
felicitaban unas a otras por su limpieza y belleza.
Hasta
que un día, una de aquellas gotas decidió que se aburría de su limpia
existencia, y que quería probar a ser una gota sucia. Las demás trataron de
desanimarla, pero ella insistió. Sin apenas darse cuenta, en cuanto la gota se
volvió sucia, ensució a todas las gotas de su alrededor, que a su vez hicieron
lo mismo con sus vecinas, y en un instante, todo el agua en la jarra se
ensució.
Las
gotas trataron de limpiarse, sin éxito. Hicieron de todo, pero era imposible
terminar de sacudirse la suciedad. Finalmente, mucho tiempo después, la jarra
acabó en una fuente, y sólo cuando volvió a entrar mucha agua limpia, las gotas
recuperaron su transparencia y belleza iniciales. Ahora todas saben que si
quieren ser unas gotas limpias, todas y cada una deben serlo siempre, aunque
les cueste, porque arreglar lo malo de una sola gota cuesta muchísimo trabajo
Lo
mismo pasa con todos nuestros amigos, si queremos ser una jarra de agua limpia,
todos tendremos que ser gotas limpias, y además no debemos ser las gotas sucias
que lo estropean todo. Y tú, ¿qué eres? ¿una gota limpia?
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